Todo lo hizo hermoso en su tiempo;
y ha puesto eternidad en el corazón de ellos,
sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios
desde el principio hasta el fin.
Eclesiastés 3:11.
La gloria del Dios Creador
Observe las cosas pequeñas y que parecen insignificantes en la vida, por ejemplo, la florecilla a la vera del camino, el caracol sobre un tallo, el piar del gorrión en las ramas, el reflejo de la luz en una gota de rocío. Deténgase y considere cuán genialmente hizo Dios las más pequeñas cosas en todos sus detalles. Nada es casual ni superfluo. Todo está bien ordenado y armonizado.
Esto se llama «equilibrio biológico». Cada pequeña parte es un componente del gran todo, la realización de un plan gigantesco que Dios concibió y ejecutó de una manera perfecta.
Él tuvo la idea y también el ilimitado poder de realizarla. ¡Y todo debía ser para su ensalzamiento! Porque todo lo visible es una expresión de su gloria, cualquiera sea la magnitud de lo que hizo, la forma como lo hizo o el porqué lo hizo, lo único cierto es que Dios llamó todo a la existencia. Tanto su sabiduría como su poder, su bondad y su amor declaran por su misma presencia en la creación la magnificencia del Dios eterno (Romanos 1:20).
Nosotros, los seres humanos, como broche final de la creación, tenemos el elevado deber y también todos los motivos para honrar y agradecer a nuestro Creador con todo nuestro corazón. Quienes reconozcan esto también pueden hacerlo por aquellos a los cuales no les parece necesario. Dios es digno de ser adorado. “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Romanos 11:36).
Él tuvo la idea y también el ilimitado poder de realizarla. ¡Y todo debía ser para su ensalzamiento! Porque todo lo visible es una expresión de su gloria, cualquiera sea la magnitud de lo que hizo, la forma como lo hizo o el porqué lo hizo, lo único cierto es que Dios llamó todo a la existencia. Tanto su sabiduría como su poder, su bondad y su amor declaran por su misma presencia en la creación la magnificencia del Dios eterno (Romanos 1:20).
Nosotros, los seres humanos, como broche final de la creación, tenemos el elevado deber y también todos los motivos para honrar y agradecer a nuestro Creador con todo nuestro corazón. Quienes reconozcan esto también pueden hacerlo por aquellos a los cuales no les parece necesario. Dios es digno de ser adorado. “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Romanos 11:36).
Estos son provistos por Amén-Amén